Ya hemos indicado que el Apóstol Santiago fue
decapitado en el tiempo del rey Herodes. A partir de este momento Santiago como miembro del grupo de apóstoles de Jesucristo comenzó a recibir en los tiempos finales de la cristiandad y edad media una veneración normal, propia como indicamos acorde a haber pertenecido al grupo de apóstoles. No tenía ni mucho menos la trascendencia de Pedro ya que a diferencia de este no había propagado la doctrina de Jesucristo ni había realizado tareas evangelizadoras y tampoco había escrito textos referentes a la etapa de su vida relacionada con Jesús.
Su muerte, decapitado, por orden de Herodes era lo único que hacía posible que la cristiandad fomentara su veneración y rezo.
El antes y el después se produce en el momento que se encuentran los restos del apóstol en Galicia en el siglo IX. A partir de este momento los pueblos de España y Europa se vuelcan en la figura del apóstol Santiago comenzando una realidad: el peregrino asociado al Camino de Santiago.
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