¿Qué es el Camino de Santiago?

Desde el descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago en Compostela, en el siglo IX, el Camino de Santiago se convierte en la más importante ruta de peregrinación de la Europa medieval. El paso de los innumerables peregrinos que, movidos por su fe, se dirigían a Compostela desde todos los países europeos, sirvió como punto de partida de todo un desarrollo artístico, social y económico que dejó sus huellas a lo largo de este trazado.
Hay que hacer aquí referencia obligada al hecho de que junto al Camino más popular, el conocido como Camino Francés, y a otros Caminos más viejos, como los que discurren por el norte peninsular, existieron y existen otros itinerarios que hoy constituyen un valor en alza por su
relevancia histórica, y la utilización que de él hacen los peregrinos en los últimos tiempos como el de la Vía de la Plata que nos disponemos a describir en este trabajo.
Pero el Camino no es sólo un resto arqueológico de un espléndido pasado histórico, sino que es un camino vivo, renovado por el paso de los nuevos peregrinos, de los viajeros y de los turistas
que resucitan, ya en pleno siglo XXI, una historia que es patrimonio común de todos los pueblos de Europa.
Peregrinar a Santiago al modo tradicional como peregrino, como viajero o turista, no es simplemente hacer un recorrido turístico o deportivo por una ruta artística en contacto con la naturaleza. Es todo eso, pero es mucho más. Es encontrarse con las raíces religiosas e históricas de Europa, es revivir un camino de transformación interior, es caminar y viajar al ritmo de otros siglos, es... peregrinar.
Se puede decir que el Camino de Santiago es un símbolo. Es una ruta de fe; una ruta de arte y cultura; una ruta ecológica y humana: un encuentro con la trascendencia; la búsqueda de uno mismo; una peregrinación al misterioso morir y renacer.
Es una aventura física y espiritual y por ello hay que estar preparado y convenientemente
informado.

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