Consejos prácticos para recorrer el Camino a pie

Para muchos la peregrinación a pie a Santiago de Compostela es una de las experiencias más gratificantes de su vida. Es, al mismo tiempo, un reto físico y mental que hay que preparar concienzudamente.
Los siguientes consejos son, por ello, vitales para emprender una experiencia única.
Antes que nada hay que ambientarse y, para ello, nada mejor que leer sobre la historia del Camino y la peregrinación.
Son estas lecturas las que ayudan al peregrino a mimetizarse con la senda, a convertirse en un eslabón de la gran cadena de peregrinos que le han precedido, y le disponen en actitud de disfrutar mejor del recorrido.
Existe un amplísimo catálogo de libros sobre el Camino de Santiago. Entre los centenares de títulos se encuentran multitud de Guías del Camino ilustradas con mapas y distancias. Elige la que más te guste, consúltala y procura hacer un plan de etapas previo, pensando que lo
normal es recorrer 25 ó 30 kilómetros cada día. Es conveniente programar en un principio etapas cortas hasta que el cuerpo se vaya habituando. Al cabo de una semana ya estarás entrenado para hacer recorridos más largos. Puedes programar algún día de descanso, o intercalar jornadas largas con etapas más cortas, coincidiendo con el paso por los lugares que quieras visitar con más detenimiento.
Esta práctica te permite descansar sin perder el ritmo.
En la Vía de la Plata hay que tener en cuenta, muy especialmente en época de verano, lo esencial que es evitar las horas de calor. Se debe tener siempre presente que se trata de un itinerario con etapas de larga distancia y de extensos tramos sin fuentes ya que los trechos entre pueblos son, las más de las veces, importantes.
Se recomienda llevar al menos un litro de agua, y si es verano incluso más.
La consulta de la ubicación y los servicios que ofrecen al peregrino los albergues y refugios es básica si te has planteado su uso. Estas instalaciones son exclusivamente para los que peregrinan a pie, bicicleta o caballo sin hacer tramos en vehículo. No obstante, en algunos albergues privados no rigen normas tan estrictas. Los grupos grandes de peregrinos es conveniente que se busquen una alternativa de alojamiento al margen de los albergues habituales debido a su limitada
capacidad.
La peregrinación andando está al alcance de cualquier persona aunque no sea un atleta. Lo importante es saber dosificar el esfuerzo en función de las posibilidades físicas de cada cual. Para ello, un entrenamiento previo con la ejecución de caminatas es de gran ayuda.
En la preparación del equipo son básicos:
La mochila será nuestra compañera de camino durante muchas horas por lo que debe ser cómoda y ligera, especialmente de tipo anatómico, con correas en la cintura y el pecho, y con bolsillos laterales y superiores. La colocación de tu equipaje de forma ordenada y en bolsas de plástico de diversos colores te facilitará su uso al tiempo que te ayudará a prevenir que se pueda mojar su contenido. No olvides que el peso es un gran problema que se evita prescindiendo de casi todo.
Si pesa más de 8 kilos “te pesará”, como norma general se establece que el peso de la mochila no debe ser superior a la décima parte del peso de quien la lleve. Al cargarla distribuye lo más pesado al fondo y lo más próximo posible a la espalda.
No es conveniente llevar nada fuera de la mochila, colgando, ya que se puede mojar o perder.
El saco de dormir es imprescindible si piensas usar los Acogida de peregrinos.
En verano no es necesario que sea muy grueso y por tanto, mucho más ligero.
También conviene llevar una esterilla para evitar el contacto directo con el suelo en caso de que toque dormir sobre éste.
El calzado es otro de los elementos imprescindibles. Procura llevar más de un par y que el pie esté previamente acostumbrado a ese tipo de calzado. Lo ideal es una bota de tejido ligero y que
permita la transpiración, que proteja los tobillos de los esguinces y facilite caminar entre piedras y barro. En verano se pueden usar unas zapatillas deportivas si las botas resultan incómodas.
La ropa, poca, dos juegos de cada pieza, un jersey y chubasquero o capa que en caso de lluvia pueda tapar también la mochila.
Una bolsita con detergente facilitará la limpieza y que al final de tu jornada te permita ponerte ropa limpia. Lo agradecerá tu olfato y el de tus compañeros.
Una concha o viera así como un bordón o vara de caminante te permitirán ser fácilmente identificado como peregrino, y la vara te ayudará en tu caminata.
Siempre hay que llevar un poco de comida encima, sobre todo frutos secos, fruta o chocolate, y la cantimplora llena. Es inútil cargar comida para más de un día. Se puede llevar un pequeño botiquín con yodo, esparadrapo de tela, gasas estériles, tiritas, algún laxante y antidiarreico,
una crema antiinflamatoria y de protección solar. No te olvides la Tarjeta de Asistencia Sanitaria si eres ciudadano europeo.
No es necesario llevar mucho dinero encima.
Es mejor usar tarjetas de crédito o cheques de viaje. Conviene que tu familia tenga idea de tu recorrido y los teléfonos de las Oficinas de Información para localizarte en casos urgentes. También te puede resultar de utilidad una pequeña agenda o libreta para hacer anotaciones o plasmar en ella los múltiples y variados sellos que irás encontrando a lo largo del Camino. Recuerda que en la Credencial el “imprescindible” para constatar tu paso es el cuño del albergue en el que hagas noche.
Al caminar ten presente que todo el Camino está marcado con flechas amarillas y mojones de piedra. En verano evita las horas de más calor madrugando un poco más. Ponte crema protectora para el sol y durante los primeros días no uses durante muchas horas camisetas y pantalones cortos. Procura no caminar muy rápido los primeros días hasta que conozcas tu ritmo más adecuado. Si vas en grupo, intenta adaptarte al paso del más lento.
En el Camino no hay que buscar llegar el primero, sino llegar.
Si usas los albergues comprobarás que no todos reúnen buenas condiciones.
Acepta lo que se te ofrezca y agradece el esfuerzo de muchas personas que trabajan para ayudarte de modo altruista. Colabora para dejar los albergues limpios y en los que se fije un donativo ayuda con éste en el mantenimiento. No olvides que los albergues están previstos para pasar en ellos una sola noche. En caso de enfermedad consulta con sus responsables para que puedas ampliar tu estancia un poco más.
Si caminas por carretera sé prudente, no olvides que eres la parte más débil y que los automóviles no se fijan mucho en un simple “peatón”.

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