Consejos prácticos para recorrer el Camino en bicicleta

Antes de comenzar el recorrido diseña un plan a tenor de los kilómetros totales a recorrer y las distancias por jornada. Peregrina con la calma y el sosiego suficientes que te permitan disponer de tiempo para la visita de santuarios u otros lugares clave de la ruta.
Si no eres un avezado ciclista ten presente en tu puesta a punto física que enfrentarte cada día con muchos kilómetros exige una concienzuda preparación. Para ello:
La posibilidad de visitar con carácter previo a un médico especialista puede ayudar en tu preparación física en previsión del inminente y prolongado esfuerzo a realizar. De ahí que un
chequeo médico se antoje muy recomendable.
Traza un plan de entrenamientos que comience con pocos kilómetros y aumenta progresivamente las distancias a recorrer. Completa tu preparación física con gimnasia diaria y ejercicios encaminados a proporcionar una mayor elasticidad a los músculos de las piernas, la espalda y el cuello.
Una vez resuelto el plano de lo físico es conveniente no dejar de lado la mecánica del vehículo.
Una buena revisión previa por parte de un especialista es fundamental. Las partes móviles de la
bicicleta han de ser de garantía. La bici ha de contar con una racional combinación de platos y piñones que permitan al peregrino ciclista el uso de desarrollos cómodos adaptados a sus fuerzas.
Finalmente, la técnica es también fundamental. Por ello, es conveniente que en tus entrenamientos vayas acompañado de personas experimentadas en el uso y disfrute de la bicicleta. De nadie mejor que ellos podrás recibir consejos sobre la postura a adoptar, la forma y el momento preciso para hacer los cambios de las marchas, de la cadencia del pedaleo, etc.
En cuanto a cómo portar el equipaje en la bicicleta serán de utilidad las pequeñas alforjas ajustables a las ruedas traseras y en el manillar, sin olvidar que, tanto para tí como para tu bici, “menos es más”, cuanto menos peso mejor se hace el trayecto.
Cuida también tu vestimenta.
Es muy conveniente usar ropa ajustada y de colores vivos en aras de conseguir una menor resistencia al avance y que los conductores detecten antes tu presencia.
Procura no llevar nada colgando o suelto para evitar que puede enredarse con las partes móviles de tu bicicleta.
Una bolsa de aseo personal, un saco de dormir y un chándal o ropa de vestir son también imprescindibles para cuando eches pie en tierra.
Cumple escrupulosamente con el Código de la Circulación, lleva siempre encima agua mineral y
desconfía de los manantiales que encuentres a tu paso. Porta algunas herramientas con la que poder salir del apuro en carretera en caso de pinchazo o alguna otra avería menor. Todo ello hará de tu peregrinaje una experiencia irrepetible y muy positiva.

Consejos prácticos para recorrer el Camino a pie

Para muchos la peregrinación a pie a Santiago de Compostela es una de las experiencias más gratificantes de su vida. Es, al mismo tiempo, un reto físico y mental que hay que preparar concienzudamente.
Los siguientes consejos son, por ello, vitales para emprender una experiencia única.
Antes que nada hay que ambientarse y, para ello, nada mejor que leer sobre la historia del Camino y la peregrinación.
Son estas lecturas las que ayudan al peregrino a mimetizarse con la senda, a convertirse en un eslabón de la gran cadena de peregrinos que le han precedido, y le disponen en actitud de disfrutar mejor del recorrido.
Existe un amplísimo catálogo de libros sobre el Camino de Santiago. Entre los centenares de títulos se encuentran multitud de Guías del Camino ilustradas con mapas y distancias. Elige la que más te guste, consúltala y procura hacer un plan de etapas previo, pensando que lo
normal es recorrer 25 ó 30 kilómetros cada día. Es conveniente programar en un principio etapas cortas hasta que el cuerpo se vaya habituando. Al cabo de una semana ya estarás entrenado para hacer recorridos más largos. Puedes programar algún día de descanso, o intercalar jornadas largas con etapas más cortas, coincidiendo con el paso por los lugares que quieras visitar con más detenimiento.
Esta práctica te permite descansar sin perder el ritmo.
En la Vía de la Plata hay que tener en cuenta, muy especialmente en época de verano, lo esencial que es evitar las horas de calor. Se debe tener siempre presente que se trata de un itinerario con etapas de larga distancia y de extensos tramos sin fuentes ya que los trechos entre pueblos son, las más de las veces, importantes.
Se recomienda llevar al menos un litro de agua, y si es verano incluso más.
La consulta de la ubicación y los servicios que ofrecen al peregrino los albergues y refugios es básica si te has planteado su uso. Estas instalaciones son exclusivamente para los que peregrinan a pie, bicicleta o caballo sin hacer tramos en vehículo. No obstante, en algunos albergues privados no rigen normas tan estrictas. Los grupos grandes de peregrinos es conveniente que se busquen una alternativa de alojamiento al margen de los albergues habituales debido a su limitada
capacidad.
La peregrinación andando está al alcance de cualquier persona aunque no sea un atleta. Lo importante es saber dosificar el esfuerzo en función de las posibilidades físicas de cada cual. Para ello, un entrenamiento previo con la ejecución de caminatas es de gran ayuda.
En la preparación del equipo son básicos:
La mochila será nuestra compañera de camino durante muchas horas por lo que debe ser cómoda y ligera, especialmente de tipo anatómico, con correas en la cintura y el pecho, y con bolsillos laterales y superiores. La colocación de tu equipaje de forma ordenada y en bolsas de plástico de diversos colores te facilitará su uso al tiempo que te ayudará a prevenir que se pueda mojar su contenido. No olvides que el peso es un gran problema que se evita prescindiendo de casi todo.
Si pesa más de 8 kilos “te pesará”, como norma general se establece que el peso de la mochila no debe ser superior a la décima parte del peso de quien la lleve. Al cargarla distribuye lo más pesado al fondo y lo más próximo posible a la espalda.
No es conveniente llevar nada fuera de la mochila, colgando, ya que se puede mojar o perder.
El saco de dormir es imprescindible si piensas usar los Acogida de peregrinos.
En verano no es necesario que sea muy grueso y por tanto, mucho más ligero.
También conviene llevar una esterilla para evitar el contacto directo con el suelo en caso de que toque dormir sobre éste.
El calzado es otro de los elementos imprescindibles. Procura llevar más de un par y que el pie esté previamente acostumbrado a ese tipo de calzado. Lo ideal es una bota de tejido ligero y que
permita la transpiración, que proteja los tobillos de los esguinces y facilite caminar entre piedras y barro. En verano se pueden usar unas zapatillas deportivas si las botas resultan incómodas.
La ropa, poca, dos juegos de cada pieza, un jersey y chubasquero o capa que en caso de lluvia pueda tapar también la mochila.
Una bolsita con detergente facilitará la limpieza y que al final de tu jornada te permita ponerte ropa limpia. Lo agradecerá tu olfato y el de tus compañeros.
Una concha o viera así como un bordón o vara de caminante te permitirán ser fácilmente identificado como peregrino, y la vara te ayudará en tu caminata.
Siempre hay que llevar un poco de comida encima, sobre todo frutos secos, fruta o chocolate, y la cantimplora llena. Es inútil cargar comida para más de un día. Se puede llevar un pequeño botiquín con yodo, esparadrapo de tela, gasas estériles, tiritas, algún laxante y antidiarreico,
una crema antiinflamatoria y de protección solar. No te olvides la Tarjeta de Asistencia Sanitaria si eres ciudadano europeo.
No es necesario llevar mucho dinero encima.
Es mejor usar tarjetas de crédito o cheques de viaje. Conviene que tu familia tenga idea de tu recorrido y los teléfonos de las Oficinas de Información para localizarte en casos urgentes. También te puede resultar de utilidad una pequeña agenda o libreta para hacer anotaciones o plasmar en ella los múltiples y variados sellos que irás encontrando a lo largo del Camino. Recuerda que en la Credencial el “imprescindible” para constatar tu paso es el cuño del albergue en el que hagas noche.
Al caminar ten presente que todo el Camino está marcado con flechas amarillas y mojones de piedra. En verano evita las horas de más calor madrugando un poco más. Ponte crema protectora para el sol y durante los primeros días no uses durante muchas horas camisetas y pantalones cortos. Procura no caminar muy rápido los primeros días hasta que conozcas tu ritmo más adecuado. Si vas en grupo, intenta adaptarte al paso del más lento.
En el Camino no hay que buscar llegar el primero, sino llegar.
Si usas los albergues comprobarás que no todos reúnen buenas condiciones.
Acepta lo que se te ofrezca y agradece el esfuerzo de muchas personas que trabajan para ayudarte de modo altruista. Colabora para dejar los albergues limpios y en los que se fije un donativo ayuda con éste en el mantenimiento. No olvides que los albergues están previstos para pasar en ellos una sola noche. En caso de enfermedad consulta con sus responsables para que puedas ampliar tu estancia un poco más.
Si caminas por carretera sé prudente, no olvides que eres la parte más débil y que los automóviles no se fijan mucho en un simple “peatón”.

¿Qué es el Camino de Santiago?

Desde el descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago en Compostela, en el siglo IX, el Camino de Santiago se convierte en la más importante ruta de peregrinación de la Europa medieval. El paso de los innumerables peregrinos que, movidos por su fe, se dirigían a Compostela desde todos los países europeos, sirvió como punto de partida de todo un desarrollo artístico, social y económico que dejó sus huellas a lo largo de este trazado.
Hay que hacer aquí referencia obligada al hecho de que junto al Camino más popular, el conocido como Camino Francés, y a otros Caminos más viejos, como los que discurren por el norte peninsular, existieron y existen otros itinerarios que hoy constituyen un valor en alza por su
relevancia histórica, y la utilización que de él hacen los peregrinos en los últimos tiempos como el de la Vía de la Plata que nos disponemos a describir en este trabajo.
Pero el Camino no es sólo un resto arqueológico de un espléndido pasado histórico, sino que es un camino vivo, renovado por el paso de los nuevos peregrinos, de los viajeros y de los turistas
que resucitan, ya en pleno siglo XXI, una historia que es patrimonio común de todos los pueblos de Europa.
Peregrinar a Santiago al modo tradicional como peregrino, como viajero o turista, no es simplemente hacer un recorrido turístico o deportivo por una ruta artística en contacto con la naturaleza. Es todo eso, pero es mucho más. Es encontrarse con las raíces religiosas e históricas de Europa, es revivir un camino de transformación interior, es caminar y viajar al ritmo de otros siglos, es... peregrinar.
Se puede decir que el Camino de Santiago es un símbolo. Es una ruta de fe; una ruta de arte y cultura; una ruta ecológica y humana: un encuentro con la trascendencia; la búsqueda de uno mismo; una peregrinación al misterioso morir y renacer.
Es una aventura física y espiritual y por ello hay que estar preparado y convenientemente
informado.